Desde lo más profundo de mi ser siempre he albergado una serie de dudas o incertidumbres respecto a lo que yo mismo represento; ¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Cómo soy? ¿Porqué soy?. Supongo que estas dudas asaltan las mentes de los hombres desde el principio de los tiempos, creando la terrible necesidad de expresar las ideas mediante el color para dar salida y poder observar desde dentro aquello que, en ocasiones, nos quita el sueño.
Mediante las manos o la voz, como instrumentos de extracción, el ser humano ha creado verdaderas maravillas que podemos visitar en cuevas, construcciones, galerías de arte, museos o mediante el traspaso de generación en generación de cánticos, historias y danzas, entre otros, con la intención de difundir una idea o sentimiento de un momento determinado de sus vivencias. Cada una de las obras que he conocido ha conseguido trasladarme a la emoción que sintió aquella persona en el momento de la creación, despertando en mí todo tipo de sensaciones.
Hay seres extraordinarios que nacen con la agonía de almacenar demasiadas sensaciones, pensamientos o sentimientos a los que deben dar salida pues dentro acabarían llevando la mente más despierta a la locura. A su vez, acompaña una maravillosa capacidad, específica en cada persona, para dar salida a esos sentimientos que llegan a ser demasiados. En mi caso, intento ralentizar cada pensamiento, para convertirlo en una imagen que mis manos convierten en algo visual.
Voy intentar trasladarte mis pensamientos, mis emociones, las sensaciones más profundas de mi alma que no soy capaz de transmitir mediante las palabras y que escondo, porque no, dentro de cada cuadro.